La inserción de mujeres en puestos de mando o ejecutivos ha sido una tendencia creciente en los últimos años; sin embargo, se siguen percibiendo diferencias en cuanto a las oportunidades y condiciones laborales que disfrutan en relación a los hombres. Actualmente un considerable número de mujeres realizan actividades que hasta hace poco tiempo eran consideradas como exclusivas de los varones. Entre éstas se encuentran principalmente las funciones de liderazgo y dirección; o sea, aquellas actividades que llevan implícito el ejercicio del poder y el prestigio social, características asociadas generalmente al éxito masculino.
En nuestro país se ha observado un panorama positivo de mejora en cuanto a la participación de la mujer en diferentes sectores laborales. Sin embargo, el avance en cuanto a cambios reales de cultura organizacional en las empresas y en las perspectivas de las mismas mujeres es todavía lento. No se ha logrado equilibrar el acceso de mujeres a puestos de trabajo con mayor responsabilidad y posición jerárquica en relación a los hombres.
La posibilidad de acelerar los cambios en las percepciones sociales de los rasgos masculinos y femeninos dentro de ámbitos laborales, requiere que se cuente con culturas organizacionales flexibles y abiertas a las necesidades modernas de liderazgo. Las organizaciones necesitan reconocer que los factores de diversidad son variables de éxito y que mantener equidad interna en cuanto a la igualdad de género, generará mayor ventaja competitiva y flexibilidad en las formas de dirección y toma de decisiones.
Para evitar posibles prácticas discriminatorias en las empresas, es necesario un nuevo posicionamiento de los roles femeninos en términos de la ruptura del “techo de cristal”, concepto que refleja el límite impuesto por las culturas organizacionales al desarrollo de las trayectorias laborales de las mujeres. Se requiere poner en marcha un pensamiento alternativo respecto de los propios estereotipos de género, rompiendo con criterios elaborados desde un modelo masculino. El desarrollo de carrera laboral femenina, se debe procurar a partir de un modo de pensamiento basado en los criterios de éxito para la mujer, considerando roles complementarios para los requerimientos de armonizar la vida en sociedad.
Costa Rica se ubica entre los países con un Índice de Desigualdad de Género (IDG) alto (0,526), ocupa el lugar 62 a nivel mundial (de 171) y sexto a nivel latinoamericano. El IDG es un índice compuesto, incluido en la medición del IDH y que refleja la desventaja de las mujeres en tres ámbitos: salud reproductiva, empoderamiento y mercado laboral.
PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano, 2010.
Autora: MSc. Marlen Perez, Psicóloga Organizacional